Esta historia es tan breve como cierta con una madura gitana muy cerquita de la Uni donde acostumbro a pasar largas y pesadas horas. Total que como de costumbre me dirigía para una de mis clases de mediodía, a las doce de la mañana, nada más y nada menos. Y en esto que me encontré a toda una morenaza en la puerta prácticamente, vendiendo flores.
Bueno, no tenía intención de nada la verdad, pero ya se sabe que el sexo es más sabio de lo que parece. Y yo, que iba tan tranquilo a mis clases, la vi en la puerta. Y vaya bombón, sí, más mayor que yo, pero con más tetas que yo. Tenía unos buenos bultos gordos bajo un jersey no muy gordo, y enseguida pude saber que tenía dos buenas razones esa madura. Y además gitana, total que, ¿por que no intentarlo y decirle algo?
Madura gitana con dos tetas impresionantes
Y ni corto ni perezoso me acerqué con mi cara de universitario virginal, pero con todo el morbo por aprender y le dije si llevaba mucho tiempo ahí. Ella no salió de su asombro ante la subnormalidad de la pregunta. Pero algo pasó entre ella y yo en ese momento, que fue puramente sexual. Sí, porque yo me acerqué a ella medio empalmado ya. Solo de pensar en esas tetazas sin sujetador, madre mía, cómo me gustaría verla en pelotas.
Bueno, y las cosas pasan cuando tienen que pasar y además tienes que hacer que pasen. Si no, nada. Le dije que me gustaba mucho y que estaba muy buena. Su cara de asombro lo decía todo, pero mi valentía debió gustarle porque enseguida pude ver una sonrisa suya. Era una puerta abierta a la alegría, la luz verde. Le dije que si quería venir conmigo por media hora y dejar esas flores que estaba vendiendo. Me dijo: «las flores vienen conmigo». Pues que no se hable más, vamos con flores. Parecíamos marido y mujer por los pasillos de la Uni. Que nos íbamos a casar.
Sexo con madura en los lavabos de la universidad
Y con las flores y todo, nos adentramos en la Uni y la llevé a unos lavabos que no hay casi nadie nunca, y esa mañana nadie había. Uf, la metí en un lavabo y nos encerramos. Le pude quitar lo de arriba y ¡madre mía!. Unos melones de madura gitana duros como piedras que mientras los chupaba se me empinaba más: «come, come». Me decía. Igual tenía marido y lo estaba haciendo un buen cornudo, lo cual aún me ponía más cachondo.
De esta forma con toda la polla tiesa le metí mano en su caliente coño, que lo tenía a reventar, y uf!, lo tenía ardiendo y con pelo. Parecía que le estaba acariciando la cabeza a un poni. «¿llevas protección?, me preguntó. Sí, la cabellería armada y el cuarto batallón que me va a explotar.
En ese momento me bajé el pantalón, la polla salió disparada para arriba como si fuera un muelle, le di media vuelta a esta madura gitana impresionante, tanteé su agujero y con un poco de saliva, se la metí. Y una vez dentro, empecé a follarla como se merecía: «dame más y no pares, universitario». Metía y sacaba toda la polla limpiamente, porque ella estaba lubricada al máximo y mi picha mucho más. La metía hasta los huevos y la jodía una y otra vez. Uf! impresionante. esa mujerona que por un día dejó las flores, para follar entre bastidores.
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