Y allí estábamos los dos, mi profesora spalumi de Lengua y yo, en la planta de arriba del McDonald´s de la calle Pelayo en Barcelona, número 62. Una profesora más y su alumno de menos. Ella más caliente que la hamburguesa que me estaba comiendo, y yo, un humilde aprendiz bigote cebolla con ganas de metérsela. Así son las cosas. Ella se había encaprichado de mí, y yo, estaba a su servicio.
Nunca he estado con una madura a solas, como mucho a lo que aspiro es a conocer a españolas por la linea erotica maduras, barata y al momento. Para un pajote expres y sin reparos. Pero esto era otra cosa. Se me estaba empinando solo de mirarla cómo se zampaba la hamburguesa.
-Qué bien la comes!
-Cómo? -mientras le rebosaba la mayonesa por los labios
-Digo que …que eres mi profe- intenté disimular
No había nadie prácticamente en la primera planta, unas niñatas haciendo ruido y comiendo como auténticas cerditas. Y haciéndose selfies al estilo españolas por Skype, bien putitas. Pero nos dejaron solos en poco tiempo.
Yo estaba con una mujer de verdad con mi profesora sexomercado de Lengua. Como está mandado. Que se me insinuaba a cada palabra, a cada momento. Cada vez que hablaba me echaba el aliento del pintalabios. Era como estar en un chat maduras, pero esta vez todo real, en directo, in live, podía oler su excitación:
– ¿Así que no has estado con muchas chicas?
– No, con muy pocas
– Pues ya va siendo hora no? De probar a una mujer de verdad…- me decía
Mientras, se bajaba un poco el jersey mi profesora madura para verle un pezón que era gordo como un garbanzo. Y con el zapato me tocaba por debajo de la mesa. Ella iba a mil por hora, con mucho descaro, se le notaba a la legua que quería llevarme a su cama. Y, yo, encantado
Profesora madura caliente en el McDonald´s Pelayo
Seguía calentándome sin parar y yo ya no podía ni aguantar. Las patatas que me estaba comiendo se me hacían una bola espesa en la boca, apenas podía tragarlas. Porque mi pensamiento era solo uno: quería ponerla a cuatro patas y verla en pelotas. ¿Cómo tendría el chomino, peludo o con menos pelos que una muñeca? Eran todo incógnitas.
-Me la estás poniendo muy dura, sabes?- le dije
-Ah sí? Déjame tocar, cabrón…
Me cago en la puta, me había dicho cabrón mi profesora madura, en la vida me lo hubiera dicho en clase, ¿eso era un insulto? No, nada de eso, todo lo contrario, era un elogio. Me la puso aún más dura. Y por eso, quería aún más follármela con más rabia en su casa:
-Esto por los putos sinónimos, y esto otro… por las putas subordinadas! Toma putón verbernero….-imaginaba follándomela a cuatro patas
…
-Qué has dicho?
-Nada decía que ….¿si me puedes enseñar ese pezón?
-Toma, míralo y vamos para mi casa, pero ya… mamón…
seguirá…
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