Me encontraba en casa con mi madre y mi tía Rosaura, gordita y muy cercana, y ese día me había levantado pronto. Mi madre todavía dormía pero yo, que suelo dormir poco ya estaba levantado. Estaba en el sofá leyendo un poco, tenía que desayunar todavía y como mi tía ya estaba despierta le dije si me podía preparar algo.
No lo dudó ni un momento, me estaba preparando algo mientras yo leía tranquilamente en el sofá. Mi madre y su hermana, siempre se han llevado muy bien, así que a veces paso temporadas con ellas porque Rosi viene con nosotros. Vivimos solos y a veces para estar ellas juntas se viene, y duermen. Como es lógico yo en mi habitación y ellas, incluso a veces duermen juntas.
El incesto penetraba fuerte en mi tía gorda
Pero aquella mañana algo nuevo pasó y es que mi tía se me insinuó. Yo que quedé parado porque no lo esperaba y ella sin más, se acercó más y más.
– Mira, te he preparado algo, para desayunar – me dijo
– Gracias tía, lo necesito porque he dormido poco, y tengo que reponer fueras
– Sí? Y solo es esto -dijo señalando al desayuno calentito que me preparó- lo que necesitas?
– Sí, creo que sí, solo eso…-titubeé un poco
– Porque yo creo que a lo mejor, algo más si puedes necesitar – me dijo entornando un poco los ojos, y ya, acercándose algo más.
Mi tía siempre has ido un poco gordita, una madura de buen ver, de volumen, toda una mujerona. Más que mi madre y lo cierto es que nunca pensé en ella como mujer tan solo como tía. Pensar lo contrario sería incurrir en incesto, cuando hay líos entre familiares.
-Así, ¿seguro que no quieres nada más?
Su pecho voluminoso lo tenía enfrente de mí, siempre supe que tenía las tetas grandes y gordas, pero nunca las pude ver. Como aquel día. Se me puso cerca, en el sofá, como una gata en celo buscándome, así que podía oler hasta su aliento sin retroceder.
Agradezco los lectores. Si alguien quisiera ver a mi tía en acción, y algo más de relato. Solo tiene que comentar. Saludos.
0 comentarios