Su hijo se había ido a la Universidad pero su madre le tenía que llamar. Estaba en al lavabo sola, pensando en tener sexo por teléfono con un desconocido. Pero por qué un desconocido, mejor uno de la familia. En ese momento se hacía un selfie en el lavabo, se miraba al espejo.
-No estoy tan mal- pensaba mientras se fotografiaba.
Toda una madre, maduraza, tetona, se había extraído las tetas para verse mejor. Simplemente para verse ella misma, tal y como era. Pero su deseo era otro. El de su hijo. Sí, algo prohibido pero que suspiraba y lo deseaba desde ese mismo día que lo vio salir de la ducha.
Hasta entonces nada de esto se le había pasado por la cabeza, pero a veces sola una imagen basta. Y eso había sucedido. Solo una foto mental, solo un flash para saber que aquel sexo masculino que había visto, lo quería poseer.
Una madre deseosa de sexo por teléfono
De este modo lo había pensado muchas veces. No tenía de quedar con ningún hombre, desde su divorcio todos los tíos le daban asco. Excepto su hijo. Su exmarido ya era historia y el único hombre de su vida, era su hijo. A decir verdad, había fundido sensaciones en estos últimos meses. Madre e hijo juntos era algo que no se le podía ir de la cabeza.
Ella aún se mantenía bien a pesar de su edad, sus grandes senos confirmaba su femeneidad y sus grandes dotes de mujer. Por eso, eran tetas que habían alimentado en toda su infancia a su hijo. Que ahora estaba en la Universidad, atendiendo a sus clases. Pero ella estaba pensando en él.
En definitiva, loca por tener sexo por teléfono en ese mismo instante, ahí en el lavabo, para una paja telefónica o simplemente para escuchar la voz de su hijo, se quedó pensativa. No sabía qué hacer.
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